Entre los años 26-25 a.C., con dieciséis años, viajó con Augusto a Hispania para combatir a los cántabros, vacceos y astures.
(14-37) Emperador de la dinastía Julio-Claudia*, sucesor de Augusto, Emperador de Roma*, quien le había adoptado tras su matrimonio con Livia. Desarrolló una amplia carrera militar y administrativa antes de acceder al trono a los 55 años tras la muerte de otros herederos designados con anterioridad. Al principio de su gobierno tuvo que hacer frente a motines en el ejército, que fueron rápidamente reprimidos. La situación económica se vio resentida con Tiberio, dándose en Roma una escasez de cereal. En política exterior siguió las pautas de su antecesor e introdujo novedades en la administración provincial. Uno de los principales rasgos de este principado es la incidencia de los juicios extraordinarios ante el Senado, que habían sido introducidos por Augusto. Construyó poco y también fue escasa su labor de donaciones o celebración de juegos. Se le atribuyen una despreocupación por los rituales religiosos -quizá fuera un escéptico- y una especial habilidad como orador y poeta. Fue sucedido por Calígula, Emperador de Roma*.