15 de noviembre de 1533. Casi un año después de la captura de Atahualpa los españoles, por fin lograron entrar en la ansiada capital incaica, acompañados del Joven Manco Inca.
Para muchos de los primeros era el final de una aventura fantástica, la llegada a una ciudad que por los informes que tenía Pizarro debía encontrarse repleta de riquezas; mientras que para los incas cuzqueños significaba el fin de la invasión de las fuerzas Atahualpa, y Manco en particular esperaba ser coronado como Inca y restablecer su dominio sobre su mermado imperio.