Ejército romano es el término genérico utilizado para referirse a las fuerzas armadas de la antigua Roma, durante la monarquía, la república, el imperio y habitualmente también a las de su inmediato sucesor, el ejército bizantino.
El servicio militar afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años de edad. Hasta los cuarenta y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y formaban la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio militar, ya que su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las magistraturas del estado y hacer carrera política (el cursus honorum).
La organización política básica en aquella época era la gens. La leva obligaba a cada gens a proporcionar un cierto número de hombres armados más otros hombres de apoyo. Primero se elegían doce tribunos militares, los cuales elegían cada uno entre los que reunían de la leva en el Capitolio a cuatrocientos soldados, que llevaban por nombre legión. El requisito básico era ser ciudadano romano con ingresos mínimos de cuatrocientas dracmas, y se ingresaba a la infantería o caballería pesada; o bien ciudadano de algún pueblo bajo domino romano (velites y caballería ligera), lo que contribuía a que el ejército tuviese una moral elevada y un gran fervor patriótico. No se tenían en cuenta otros factores como la religión o el color de la piel. Por el contrario, lo habitual entre los pueblos y civilizaciones de la época era un ejército formado por mercenarios profesionales sin importar su origen.
Las tropas que constituían el ejército eran divididas según su edad. Los más jóvenes eran alistados entre los velites (infantería ligera que arrojaba una jabalina y era muy versátil), luego los hastarios; los que estaban en el esplendor de su edad entre los princeps (infantería pesada) y al final, los más maduros, entre los triarios.
La leva solamente era obligatoria en tiempos de guerra, pero las continuas guerras en las que Roma se veía implicada hacían que en la práctica la leva siempre estuviese en vigor. Aunque los soldados percibían una paga (no muy elevada) sus campos de cultivo quedaban desatendidos, lo que inevitablemente les causaba pérdidas si la campaña se alargaba. El responsable de la leva era el cónsul.
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