La rendición de cuentas opera (puede verse) como una matriz que tiene dimensiones temporales, que abarca una amplia variedad de formas, cumple un número de funciones diferentes, brinda y recibe información a y de una amplia gama de actores, y personifica un conjunto de normas legales y valores sociales cambiantes. Desde esta perspectiva, la rendición de cuentas consiste en varios procesos que funcionan dentro de una matriz en cambio permanente, más que en disposiciones institucionales estáticas y conjuntos de principios legales o valores morales limitados. Es contigente en cuanto a sus condiciones y constantemente mediada, en lugar de estar establecida de manera definitiva. En materia temporal, la rendición de cuentas es necesariamente dinámica porque se proyecta hacia el futuro. E incluso la rendición de cuentas acerca de eventos ocurridos en el pasado tiene un formato fluído en la medida que nuevos hechos salen a la superficie y los actores políticos reinvidican verdades que compiten entre sí. Las reconfiguraciones en curso de los sistemas políticos, económicos, sociales e ideológicos requieren - y generan- nuevas permutaciones en las formas que se le da a la rendición de cuentas y en sus funciones. Los actores y los valores en juego también están en permanente fluir.