El pigmento fue llamado "cinabrio" por los griegos y "minium" por los romanos aunque, progresivamente, este último término terminó designando el pigmento minio* (óxido de plomo*). Igualmente, el término "cinabrio" fue empleado sin distinción para designar tanto el pigmento natural* como el artificial aunque, con el tiempo, terminó designando sólo el natural, mientras que el término "bermellón" comenzó a usarse para designar el artificial.
Mineral* del grupo de los sulfuros* (sulfuro de mercurio*), que cristaliza en el sistema trigonal. Generalmente, forma agregados masivos de color rojo vinoso. Es muy pesado, blando y opaco, de aspecto terroso. Son raros los cristales prismáticos aislados. Se encuentra en filones de origen hidrotermal de baja temperatura y en yacimientos de impregnación sobre rocas* porosas, como en Almadén. Es la principal mena del mercurio. Fue muy empleado como pigmento* en todas las técnicas pictóricas por su tono rojo brillante y su poder cubriente, aunque presentaba el inconveniente de ennegrecerse al ser expuesto directamente a la luz solar o en contacto con la humedad (efectos potenciados en las técnicas al temple y al fresco). En la Antigüedad fue el pigmento más apreciado e, incluso, las minas españolas en Almadén fueron monopolio del estado romano. En Occidente a partir del siglo VIII comenzó la fabricación artificial de este pigmento llamado bermellón*, combinando mercurio* con azufre*.