La piel* del tejón, curtida de manera que conservase su pelo* (con una mezcla de colores entre blanco, negro y pajizo tostado), se ha usado, tradicionalmente, como amuleto protector contra el mal de ojo. En algunas localidades españolas se ponía sobre la silla de las caballerías y sobre el lomo de los bueyes que llevaban el ajuar de los novios.