Tegumento* que limita exteriormente el cuerpo del animal y que, en los vertebrados (como en otros muchos grupos), está formado por una capa externa o epidermis y otra interna o dermis. La piel presenta una estructura irregular según la parte del animal donde se encuentre y la movilidad que le corresponda. En los vertebrados la epidermis es de queratina y la dermis está formada esencialmente por fibras de colágeno*, una proteína* que forma un tejido fibroso tridimensional que posee direcciones preferenciales. Estas direcciones determinan los patrones para el cortado y posterior elaboración de objetos, ya que dichas líneas presentan mayor resistencia. Atendiendo a la especie, la piel de bóvido*, la piel de cabra* y la piel de cerdo* tienen una estructura compacta, mientras que la piel de oveja* y la piel de ave lo son menos porque, en estado natural, presentan una dermis con mucha grasa.
La piel se puede curtir para reducir el ataque de microorganismos, mejorar sus cualidades mecánicas y aumentar su suavidad, flexibilidad y resistencia, o se puede simplemente lavar y dejar secar de modo natural. Las pieles se han empleado desde la Antigüedad en la artesanía e industria de cuero* -vestidos, recipientes, etc.-, como soporte* de escritura y en encuadernaciones. También fueron usadas como moneda por varias culturas en Siberia y América. La piel entera o parte de ésta (habitualmente la de la cabeza) se ha empleado en las técnicas taxidérmicas para obtener animales disecados, empleados con fines científicos o, simplemente, decorativos.