Los adjetivos preciosa y semipreciosa se emplean para distinguir las gemas más cotizadas, aunque el término "semipreciosa" empieza a caer en desuso. En la actualidad, en sentido estricto, sólo el diamante*, el rubí*, el zafiro* y la esmeralda* se consideran piedras preciosas.
Bajo el término "piedra preciosa" o "gema" se incluyen todos aquellos minerales*, agregados de minerales o rocas* que, una vez pulidos y tallados, poseen la suficiente belleza (color, brillo, transparencia, dispersión de la luz) para su uso en joyería y ornamentación. No obstante, conceptos como rareza y durabilidad son igual de determinantes para que un mineral se considere piedra preciosa. A partir de comienzos del siglo XX comenzó la comercialización de las gemas sintéticas, imitando las naturales o fabricando nuevas, sin ningún equivalente en la naturaleza. Las gemas han desempeñado un importante papel en la vida de los hombres, al otorgar prestigio y distinción, al tener un eminente carácter de ostentación y de lujo y al ser consideradas como portadoras de poderes mágicos y propiedades terapéuticas.