(Ca. 900-700 a.C.) Segunda fase de los Campos de Urnas del noreste* de la Península Ibérica, en la que el nuevo ritual funerario se difundió hacia nuevas áreas y se produjo una acusada diversificación regional, pudiendo identificarse al menos siete grupos: Ampurdán, Cataluña central, Cataluña meridional, Cataluña interior, Pirineo y Prepirineo, Bajo Segre-Cinca y Bajo Aragón. En estas dos últimas, son comunes las necrópolis de túmulos, que se difunden hacia el valle medio del Ebro. En esta etapa se generalizaron los poblados estables sobre cerros elevados con casas rectangulares distribuidas en torno a un espacio central. La cerámica, de forma más esférica que en la etapa anterior, presenta decoración incisa, en el noreste, y acanalada en las demás zonas. Respecto a la metalurgia, destacan las hachas de aletas y cubo y las de talón y tope, así como armas y objetos de adorno (pulseras, brazaletes, agujas de cabeza enrollada y las primeras fíbulas de doble resorte).