(747-332 a.C.) Periodo comprendido entre la Dinastía XXVI* y la Dinastía XXXI*, que abarca por tanto desde el final del Tercer Periodo Intermedio Egipcio* hasta la llegada de Alejandro Magno*. En esta fase alternan las dinastías egipcias con dos momentos de ocupación persa. Aunque, al principio, el país se encuentra de nuevo unificado bajo Psamético I*, vuelve a haber príncipes locales actuando de manera autónoma, sobre todo en el Delta, y frecuentes revueltas. Las expresiones artísticas siguen modelos del Reino Antiguo* y Reino Medio*, con un predominio de las formas arcaizantes, al mismo tiempo que se reciben diversas influencias foráneas. Se produce una revitalización en la construcción de templos a los que se destinan esculturas de culto, siendo las tipologías más frecuentes las estatuas-cubo y naóforas sobre soportes de piedras oscuras muy pulidas. Las representaciones humanas se hacen más naturalistas y detalladas, aunque dentro de los parámetros tradicionales. La Baja Época es uno de los periodos de la historia de Egipto mejor documentados por la abundancia de fuentes en distintos soportes e idiomas.