El espacio que se extiende entre Alemania y Rusia estaba ocupado desde la alta Edad Media por eslavos y magiares o húngaros. En esta zona surgieron entidades políticas en los siglos X y XI, asentadas en tierras de cultivo fértiles, que permitieron excedentes de producción y consecuentemente un comercio activo. Esto permitió una organización política efectiva, ayudada por los prolongados periodos de paz desde finales del siglo X y principios del XI. Las invasiones magiares en la primera parte del siglo X, modificaron las circunstancias políticas de la frontera oriental del Imperio Germánico, en la que irían aparecieron estas entidades políticas, como Polonia, Bohemia y el gran reino de Hungría. Las disensiones entre estas regiones orientales condujeron al Imperio germano a una soberanía sobre bohemia, esporádicamente sobre Hungría y a una sumisión de Polonia.