(Desde la segunda mitad del siglo XVII) Periodo en el que la Casa de Austria volvió a ocupar un papel importante en Europa entre las grandes potencias. En el proceso de formación de la Monarquía austríaca, el reinado de Leopoldo I, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico* fue decisivo. Este conjunto de territorios de los Habsburgo estaba formado por: los países hereditarios alemanes, las antiguas posesiones alpinas, el reino de Bohemia, incluyendo Moravia y Silesia, además del reino de Hungría, con Eslovenia, Croacia y Transilvania y las posesiones exteriores. A estas tierras se unieron el Milanesado, el reino de Nápoles y Cerdeña, que pronto cambió por Sicilia. Además, desde 1699, en virtud de los tratados de Karlowitz, los Habsburgo dominaban Hungría casi entera y Transilvania. Tras el Tratado de Passarowitz en 1718, se anexionaron el Banato de Temesvar, Bosnia y Serbia. Viena era la capital de la monarquía austríaca y del Imperio. Al poder territorial se le unía desde hacía tres siglos la dignidad del título de emperador concedido tradicionalmente al soberano de la monarquía Habsburgo. Este inmenso territorio carecía de unidad y cohesión y además los distintos territorios y posesiones estaban administrados de diferentes formas con leyes e instituciones diferentes en cada uno de los territorios que componían la monarquía.