(1658-1705) Emperador y príncipe elector. Durante su reinado proporcionó flexibilidad al gobierno central sustituyendo el Consejo Privado ya anticuado, por un comité más reducido. El jefe de la Cancillería austríaca, los presidentes de la Tesorería y el Consejo de Guerra, eran directamente responsables ante él. La Tesorería estaba comenzando a salvar la división jurisdiccional de las tierras de los Habsburgo, aún muy fragmentadas. En un intento de forjar un poderoso Estado moderno estableció un ejército permanente desde 1680, creó impuestos indirectos regulares y fortaleció la administración. Viena, aunque no era la única capital del Imperio, fue adquiriendo un papel predominante en la Corte. El reinado de Leopoldo fue decisivo. Entre sus logros destacó la asimilación hereditaria del reino de Hungría, aunque los húngaros conservaron sus instituciones políticas autónomas. A pesar de estos esfuerzos a finales del siglo XVII el Estado austríaco carecía de unidad política, lingüística cultural o religiosa.